Dedicado a mis alumnos y alumnas del Programa de Diversificación Curricular de 4º ESO del IES Las Lagunas
“Hay
en el ser y pertenecer un profundo consuelo del alma, una sanación íntima que
restablece en la persona el sentimiento de ser merecedora de un lugar, de una
pertenencia al mundo. Legitimar esta necesidad va más allá de las competencias,
méritos, esfuerzos o características propias »
Alain
Vigneau
« Hacer de nuestro pasado patrimonio »
Esperanza Samaniego
García
Orientadora IES Las
Lagunas
A propósito de
la nueva incursión educativa de la que me ha hecho partícipe la directora de mi
instituto con la creación del blog «Un salto desde Altamira» y la celebración
del día de la Mujer, propuse en unas sesiones de tutoría al grupo de
Diversificación del centro, como cotutora de este grupo, la lectura y reflexión
del papel que desempeñaron las mujeres en la Prehistoria. Tenía curiosidad por
indagar cómo percibirían las diferencias según el sexo en estas primeras
comunidades humanas en donde ya se apreciaba una clara división de las tareas. ¿Pensarían
que había habido mucha evolución en los papeles desempeñados y en su
consideración social?
Respondiendo a esta
pregunta, prácticamente la generalidad del alumnado de este grupo de 4ºESO piensa
que en la actualidad hay menos sexismo que en la Prehistoria. Opinan que en
estos momentos se ha conseguido una mayor igualdad de oportunidades en el
acceso laboral y mayor acercamiento en la asunción de las labores domésticas que
hace unas décadas.
Todos señalan
tareas a las que se dedicaban hombres y mujeres en este antiguo periodo
histórico, con una concepción menos preciada de las dedicadas a la maternidad,
a pesar de ser imprescindibles para la continuidad de las comunidades. Son
conscientes de que —en los primeros momentos de vida de una persona en aquella
época— únicamente podían ser alimentados por las madres, aunque señalan que
otro tipo de cuidados de las personas más pequeñas y mayores podrían ser
abordados por ambos sexos.
Tomando como referencia el artículo « El lugar de la mujer en la Prehistoria » de Margarita Sánchez Romero —profesora del Departamento de Prehistoria y Arqueología de Universidad de Granada— el problema es precisamente que a las actividades a las que se dedicaban las mujeres (relacionadas con «lo doméstico») se les han dado poco valor. Tradicionalmente se ha considerado que no requieren ningún tipo de experiencia o conocimientos para su desarrollo y, aún así, se convierten en fundamentales para cualquier sociedad, independientemente de su modo de subsistencia.
En todas las
sociedades conocidas existe una división del trabajo por sexos. Esta separación
no significa que un grupo realice tareas menos importantes que el otro, sino que
es un mecanismo para poder obtener mejores recursos. Precisamente algunas
teorías apuntan que este reparto de roles o funciones está muy relacionado con
la maternidad de las mujeres —como señalaba el alumnado—. En sociedades como
las prehistóricas, la alimentación de los bebés mediante la lactancia era
fundamental y esto hizo que las mujeres se dedicaran a las actividades de
mantenimiento y espacio doméstico pero sin que esto significara que su rol era
menos importante. Eso vino después, afirma la profesora.
En palabras de
Margaria Sánchez «las mujeres son las grandes olvidadas de las sociedades
prehistóricas. Tenemos la visión de que el individuo-tipo de esa época es el
adulto masculino, prácticamente occidental, y nos olvidamos del resto de los
miembros del grupo». En las sociedades de la Prehistoria no tenemos datos que
nos lleven a pensar que las mujeres no cazaban o que no intervinieron en
determinadas producciones, como las de la piedra tallada o la metalúrgica.
Además, muchas imágenes del pasado las muestran plenamente integradas en
cuestiones rituales y religiosas. Por otra parte, los ajuares funerarios que
encontramos en las sepulturas muestran que sí había diferencias entre más o
menos importantes pero no muestran, por ejemplo, diferencias entre hombres y
mujeres.
De esta forma
podemos concluir diciendo que la sociedad prehistórica era más igualitaria que
la sociedad moderna. Al menos, por lo que respecta al reparto de tareas entre
los hombres y las mujeres. Como sabemos, las mujeres no sólo se dedicaban a la
crianza; también a la caza menor, a la pesca o a cultivar el campo. Puede
parecer sorprendente, pero las sociedades que giran en torno a la naturaleza y
viven en contacto directo con ella actúan de manera más igualitaria.
Terminada esta propuesta comparativa entre las
diferencias del papel de las mujeres en la Prehistoria y en la actualidad, se
me ocurrió plantear una segunda parte del trabajo al grupo después
de acudir a la presentación del libro « El Clown esencial », de Alain Vigneau, en La
Térmica el día 9 de marzo. En palabras del autor, este libro surge de las
observaciones, reflexiones y experiencias que ha registrado a lo largo de estos
últimos veinticinco años dentro del ámbito artístico-terapéutico del clown.
Alain Vigneau, clown
y terapeuta gestáltico, toca lo más profundo con ternura y cuidado haciéndonos
ver que la vulnerabilidad es un espacio donde conectamos con nosotros y
nosotras mismas, y nuestro pasado, sea
cual sea, es nuestro patrimonio. Desde esta vulnerabilidad en la que se
celebra nuestra torpeza e inutilidad, nuestros éxitos y nuestros fracasos, para
mirarnos sin culpas ni prejuicios, para tomarnos tal como somos y para abrazar
nuestra realidad interna, conecté con esta idea tan potente para mí de que nuestro
pasado se convierte en nuestro patrimonio.
Les pedí entonces a los alumnos y alumnas de
Diversificación que preguntaran a las mujeres significativas y cotidianas de
sus vidas —madres, abuelas, tías…— cómo había sido su experiencia de ser
mujeres en la vida y qué recomendaciones les daban al respecto. Pretendía que
fuera un ejercicio de escucha familiar, de esos en los que se trasmiten
preciados legados que dejan huella y a los que se pone en valor la voz de las
mujeres y nos empoderan.
También ellas hablan de maternidad y trabajo en la
sociedad actual y lo hacen orgullosas de ello. Rocojo aquí algunos fragmentos
de las anotaciones de esas conversaciones o entrevistas que los alumnos y
alumnas hicieron al respecto con estas mujeres y que han querido compartir tan
generosamente:
«Ser mujer es un privilegio.
La forma de decir de qué manera me ha repercutido ser mujer se resume en la
persona que soy hoy. Mi familia, mi trabajo y mi casa está ligado a mí como un
vínculo inexorable por muchas penas que haya sufrido. Siempre he sabido
levantarme con el apoyo de mis vínculos. He de decir que lo más hermoso que he
experimentado hasta el momento es cada instante que paso trabajando en lo que
siempre deseé y viviendo con la familia que tuve». (José Torreblanca González)
Otra alumna, Lourdes Llamas García, comenta en clase que su madre le
ha dicho que «ser mujer es una alegría» y que para ella lo más importante es
ser madre. El consejo que le aporta es que «nunca dependa de nadie; que sea
independiente».
Esta es una recomendación bastante repetida en el
grupo. Hablamos de la importancia de formarnos para encontrar un trabajo que
nos guste y nos permita ser personas autónomas, que nos permita tomar nuestras
propias decisiones en la vida.
La madre de Manuela Camargo Bonilla le explica que ser mujer ha sido un
bien para sus hijas e hijo y que ha tenido más dificultades en el terreno
laboral y sentimiental que los hombres. Le da el consejo de «que no tenga prisa
en tener novio porque todo tiene su tiempo y pueda disfrutar sin preocupaciones».
También le habla sobre «la importancia de hacerse respetar y estudiar».
A Andrea Rojas Rubio su madre le ha contado lo que le ha marcado
ser madre y que lo más preciado que tiene son sus hijas. Le recomienda que viva
«todo a su tiempo». Como vemos, esta es otra idea que se repite: hay un tiempo
para cada cosa y un momento en el que podrán abordar cada situación con más
satisfacción y responsabilidad.
Este ha sido el trabajo desarrollado por el grupo
de Diversificación sobre el relevante papel de las mujeres en la Prehistoria y de
escucha activa de las experiencias y aprendizajes que a sus madres les ha
brindado la vida.