viernes, 11 de marzo de 2016


  Mujeres y Arqueología-1



María descubrió Altamira, tenía ocho años y con los ojos de la inocencia que de todo se asombran y todo lo aprehenden hizo uno de los descubrimientos más importantes de la Historia. Nada más sabemos de ella,  María Sanz de Sautuola, salvo que es la abuela de Emilio Botín, el banquero y en una ardua búsqueda por Internet casi destaca más su función de "abuela de" que de descubridora de las pinturas rupestres de Altamira

 La visión que se tiene de la persona que se dedica a la arqueología ha sido tradicionalmente la de un  Schliemann o un Howard Carter y a partir de los años ochenta pasamos a la de Indiana Jones y posteriormente a la de una Lara Croft, heroína de videojuegos de uniforme ajustado y formas más imposibles que las de la Barbie.

La historia de las verdaderas arqueólogas comienza a la sombra de sus padres y maridos, compañeros de profesión, por ello voy a empezar por una famosa mujer a la que no se le considera ni se la conoce por arqueóloga pero que colaboró y ayudó a su marido arqueólogo haciendo las labores de documentación y catalogación de una manera precisa y admirable y cuya experiencia en los yacimientos y los países que visitó se vieron reflejadas en su actividad literaria, Agatha Christie.
  
 Foto de Left Coast Press and Stuart
 Laidlaw, Institute of Archaeology, UCL

Hija de uno de los hombres más influyentes de Gran Bretaña a nivel arqueológico, director, entre otros muchos cargos, del Museo Británico, Kathleen Kenyon comenzó simplemente fotografiando yacimientos arqueológicos pero terminó convirtiéndose en un ejemplo a seguir. Interesada por el mundo reflejado en la Biblia y siendo un referente en la arqueología bíblica, demostró la colonización neolítica de la zona de Jericó. Rompió moldes con la seriedad de su trabajo en los yacimientos con la aplicación de la excavación por cuadrículas y la importancia de la estatigrafía en sus trabajos, así como desarrollando una importante carrera docente en la insistía a sus alumnos del método divulgativo para que los descubrimientos pudieran llegar a todo el mundo y crear así un interés creciente por la materia.

Hilda Urlin, Petrie, por su marido, pasó de hacer ilustraciones de moda antigua a reproducir escarabeos y de ahí a aprender la profesión de su profesor y posteriormente marido hasta dirigir su propia excavación arqueológica, en la que además creó un equipo prácticamente femenino en el que destacaría la futura egiptóloga y antropóloga Margaret Murray, de quien por cierto se dice que fue alumna de Flinders en Egipto pero a Hilda ni se la nombra. 

Hilda se adaptó fácil y apasionadamente al sistema y al ritmo de trabajo de su marido, Flinders Petrie quien convirtió la excavación arqueológica egipcia en una ciencia, juntos excavaron Dendera, el Rameseum, El-Fayum, Abidos, entre otros. Mientras aprendía la profesión ejercía de enfermera, intendente, dibujante, intermediaria con los patrocinadores, hasta adquirir la experiencia necesaria para que Petrie le confiara su propia excavación.


No sólo debió resultar curioso, sino chocante para la época y hasta peligroso una excavación llevada por mujeres en pleno desierto, de echo se cuenta que Howard Carter, sí el de Tutankhamon, tuvo que poner una queja como responsable de la zona ante el consulado francés por el ataque que sufrieron por parte de un grupo de turistas de esa nacionalidad.

Sin embargo, este incidente se convierte en una simple anécdota entre el monumental trabajo que realizó, las tumbas de la Dinastía XII en Kafr Ammar y las de Saqqara, son otros de los ejemplos de esta mujer imparable que en el corto periodo de tiempo que permanece en Gran Bretaña para tener a sus hijos se dedicó a corregir y supervisar las publicaciones De Flinder Petrie, conseguir mecenas, crear la Egyptian Research Students Association y a dar charlas. Su último trabajo fue la publicación, junto con el resto de arqueólogas del equipo, de su trabajo en las tumbas de Saqqara.
                                                                                       Garrod Collection at the Pitt Rivers Museum
Dorothy Garrod, la primera mujer en alcanzar una cátedra en Cambridge, fue alumna del profesor Maretty y del Abad Henri Breuil, lo que hizo que se dedicara principalmente a la prehistoria y que su primer trabajo arqueológico se desarrollara en la Península, concretamente con el hallazgo neardental de Devil's Tower, después vinieron yacimientos en Francia, Kurdistán y Palestina, donde llegó a nombrar a la cultura natufiense. Como en el caso de Hilda Petrie, siempre que pudo se rodeó en la excavaciones de otras mujeres como de la paleontóloga Dorothea Bate.

To be continued...

Pero si queréis ir cotilleando arqueología hecha por mujeres: